Hacia
1905, Hermann Bahr decidió: El único deber, ser moderno.
Veintitantos años después, yo me impuse también esa
obligación del todo superflua. Ser moderno es ser
contemporáneo, ser actual; todos fatalmente lo somos. Nadie
–fuera de cierto aventurero que soñó Wells– ha
descubierto el arte de vivir en el futuro o en el pasado. No
hay obra que no sea de su tiempo.
[Jorge Luis Borges, del prólogo a Luna de enfrente.
Obra poética 1923-1985]
Es
curiosa la suerte del escritor. Al principio es barroco,
vanidosamente barroco, y al cabo de los años puede lograr, si
son favorables los astros, no la sencillez, que no es nada,
sino la modesta y secreta complejidad.
[Jorge Luis Borges, del prólogo a
El otro, el mismo. Obra poética 1923-1985]
Como los de 1969, los jóvenes de 1923 eran tímidos. Temerosos de una íntima pobreza, trataban como ahora, de escamotearla bajo inocentes novedades ruidosas.
[Jorge Luis Borges, del prólogo a Fervor de Buenos aires. Obra poética 1923-1985]
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