3.4.11

La huchita

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. .Audrey Hepburn . .


De las facultades humanas me sigue sorprendiendo la imaginación, que es la posibilidad de ver sin tener delante, de crear un fin placentero para encaminarse a él por encima del vaivén cotidiano, superando cualquier obstáculo circunstancial. Entiendo así que imaginar es una actividad superior de la inteligencia.

La imaginación se nos despierta desde lo que percibimos oculto; cuando conocemos una parte de un todo; como esencia del deseo; para inventar un estado feliz; o ante lo que se intuye porque aún no está dado para la vista. Podemos proyectar la imaginación en cualquier sitio, ante cualquier situación y sobre cualquier persona. Imaginar no depende tanto de lo que tenemos, sino que tiene que ver más con lo que queremos tener. Con lo que nos falta.

La imaginación nos acompaña, pudiendo extender nuestro pensamiento inmediato en una dirección positiva, inventando el camino, que es vivir. Imaginar es abocetar el placer al que aspiramos, es un anhelo para saciar un gusto, y que nos mueve. Imaginar también tiene que ver con la esperanza, con una creencia de felicidad.

Imaginar y emplazarse a un futuro mejor minimiza la erosión de la supervivencia, como el cansancio, la apatía y la desmotivación, porque el pensamiento no está en el presente sino allí.

Todos los logros del ser humano tuvieron antes que ser imaginados.

La imaginación endulza el esfuerzo, la tarea; puede ser una celebración previa, y el comienzo de lo bueno. Imaginar es una actitud, una vocación, en todas partes, a todas horas, en lo doméstico, desde lo pequeño, ante lo que asoma y lo que se esconde.


La imaginación también es una necesidad de lo sublime. Añade a la realidad detalles normalmente desapercibidos, producto de la observación, como querencia del voyeur o como recurso hedonista de artistas visuales y de toda clase de creadores.

Y bajando a la tierra, hay un ejemplo caprichoso de imaginación estimulada por lo que está oculto: las huchitas, o escote de los dedos del pie, que en inglés se conoce popularmente como toe cleavage. Un asunto poco práctico en cuanto que no mejora la forma de andar, pero que proporciona belleza y simpatía a nuestra contemplación.

La huchita, como su nombre indica, es esa pequeña ranura que se forma entre los dedos del pie, recortada en el escote de la punta del calzado, frecuente en zapatos de tacón y en bailarinas. Así tuvimos instantes maravillosos en el cine, por ejemplo en los pies de Audrey Hepburn, Leslie Caron, o Brigitte Bardot.

La huchita más popular es la formada por el dedo chico del pie, casi siempre la única que se ve. Y qué extraño poder de seducción tendrá la huchita, cuando los diseñadores más refinados de calzado femenino la dejan asomar, justo hasta el límite donde quizá los dedos ya no sean tan bellos. La huchita, en cuanto que se debe al diseño del calzado, optimiza el pie, creando un escote similar al de los senos, sugerente como el pliegue de un cuidado sobaquillo, o el de un pubis veraniego.



Brigitte Bardot

Imaginar. 1. Representar idealmente algo, inventarlo, crearlo en la imaginación. 2. Presumir, sospechar. 3. Adornar con imágenes un sitio. [RAE]