21.2.12

Chiquito de la Calzada

Quiero acordarme de Chiquito de la Calzada como figura de las artes escénicas, que supo elevar la experiencia malagueña a práctica artística universal, entendido igualmente en Málaga o Japón -permitidme esta opinión apasionada-. Y para esas personas de la alta cultura que le disfrutan en privado y le niegan en público, por entender que algo tan popular perjudica su imagen, me gustaría que le viesen como a un maestro combinador del cante y la palabra, más cercano al rap o al gospel que al chiste. Chiquito también es un personaje sacado de Los Disparates de Goya -esa españolidad-, o de un cuadro de Solana, y me lo imagino fácilmente en el cine de Berlanga. Y quiero relacionarle también con Ramón Gómez de la Serna por esa capacidad de asociar libremente las ideas, la expresión corporal y las palabras. Rafael Torres dijo de él: Su humor nace de las travesuras de la inteligencia y de los guiños surrealistas de la razón, y aunque sus chistes son malísimos, nadie podría contarlos como él. [El Mundo, 2 / 09 / 1994]. Chiquito es un improvisador del escenario fuera de serie, como Coltrane o el Miles Davis de los 70, a quienes no pedíamos canciones con melodías entendibles y pegadizas sino su capacidad de invención. Si acepto como arte muchas de las prácticas que vemos en ARCO, creo que Chiquito,-cercano a la performance, la pintura, el teatro, y otras disciplinas corpóreas-, también merece como creador un lugar en el arte español.



Chiquito de la Calzada en 1964