28.1.13

Sobre la melancolía

 
 
 
El melancólico experimenta el dolor que produce la fugacidad de las cosas: el objeto amado le es arrebatado, la belleza viviente es sólo efímera, lo bello tiene por encima a la muerte, pero como defensa extrema presenta, entonces, el anhelo de lo eterno, de lo infinito, de lo absoluto.
 
La melancolía está en relación con los fundamentos oscuros del ser, y el término "oscuro" no tiene en este caso ningún sentido peyorativo. No marca una oposición con la luminosidad buena y bella. "Oscuro" no significa acá "tinieblas" sino el contra valor viviente correspondiente a la luz. Las "tinieblas" son algo malo, representan algo negativo. Pero la oscuridad pertenece al ámbito de la luz y las dos juntas conforman el misterio de lo esencial.

A esta oscuridad aspira el melancólico, sabiendo que de ella emergen las formas que se actualizan en claridad.

Y, en extraña "oposición", encontramos la afinidad con el espacio infinito, con las extensiones vacías: el mar, la estepa, las crestas desnudas de los montes, el otoño que hace caer las hojas y amplía los espacios, el mito con sus siglos que se remontan hasta el infinito en el pasado.

El espacio sin límites en el exterior y la vida interior oculta se comunican entre sí. Tanto una como otra son símbolos y lugares de experiencias profundas. [Romano Guardini, Acerca del significado de la melancolía. Imagen, Artuš Scheiner]